Como ya sabemos, los primeros años de vida son fundamentales en sentar las bases para el desarrollo posterior de los niños en todos los sentidos. ¿Qué ocurre con la alimentación en estos primeros años?, ¿Podemos fomentar desde tan temprana edad hábitos saludables que se mantengan en el tiempo?. En este post te contamos porqué es tan importante construir una base adecuada para la alimentación y cómo -mediante simples acciones y toma de actitudes- podemos hacer esto.
Al igual que en los otros aspectos del desarrollo de los niños, la familia tiene un rol fundamental en la formación de hábitos alimentarios, principalmente a través de lo cotidiano: qué alimentos le ofrecen, qué ambiente construyen alrededor de las comidas, cómo se cocina, qué ve el niño/a comer a los padres, etc. Así, -a veces sin los padres darse cuenta- se va formando en el niño una conducta alimentaria que probablemente se mantenga durante la infancia, adolescencia y adultez. Los estudios respaldan esto y por ejemplo, hay estudios que concluyen que existe una asociación positiva intensa entre la cantidad de frutas y verduras disponibles en el hogar y el mayor consumo de frutas y verduras de los niños. En este sentido, es importante mencionar que la mayor parte de las preferencias y rechazos en torno a los alimentos se establecen antes de los 24 meses.
Marco afectivo Conociendo las cifras actuales -alarmantes, en aumento a nivel nacional y mundial- sobre sobrepeso y obesidad infantil, se hace necesario tener un enfoque saludable al momento de iniciar la alimentación complementaria, y luego al hacer la transición completa a alimentos sólidos. No se trata de volvernos locos ofreciendo frutas y verduras sin criterio ni restricción, sino que se trata de informarse, detectar e interpretar las señales del niño, y adaptar las recomendaciones a la realidad de cada núcleo familiar.
Siguiendo esta línea, se sabe que el marco físico-afectivo es muy importante para desarrollar las habilidades relacionadas con la alimentación y fomentar la autorregulación del hambre-saciedad. Obligar, presionar o premiar son estrategias que interfieren con la percepción del niño de su propia saciedad y pueden aumentar el riesgo de sobrepeso, de problemas en relación con la comida y de escasa variedad a la hora de comer. No es poco común estos días ver niños que comen por razones distintas al hambre, como aburrimiento, ansiedad, o miedo. Por lo tanto, las estrategias antes mencionadas están desaconsejadas, así como también se desaconseja ofrecer comida al lactante o preescolar como consuelo emocional.
Por el contrario, ofrecer pecho a un lactante en momentos de estrés (vacunación, dolor, sueño, etc.) no se considera “consolar con comida” y tampoco aumenta el riesgo de obesidad. Esta “succión no nutritiva”, así como el contacto piel con piel y la interacción con la madre, ayuda al control del dolor y disminuye el tiempo de llanto en éstos momentos estresantes.
¿Cómo podemos tener un enfoque positivo en torno a la alimentación?
Respetar el ritmo de desarrollo del niño/a y permitir cierta autonomía, según sus capacidades.
Tolerar un cierto desorden apropiado para su edad (por ejemplo, no molestar al niño limpiándolo después de cada cucharada).
No interpretar como permanente un rechazo inicial a un nuevo alimento. Seguir ofreciendo en los siguientes días o semanas sin presionar (pueden ser necesarias hasta 10-15 ocasiones para conseguir la aceptación). La exposición regular y gradual a los alimentos favorece su tolerancia y aceptación, a corto y largo plazo.
No prefijar una cantidad de comida que se “tiene que tomar”. La cantidad es variable de unos niños a otros y según las circunstancias. Respetar los signos de hambre y saciedad.
Los padres deciden dónde, cuándo y qué come el niño (evitar preguntarle al niño qué desea comer, o darle a elegir entre dos opciones). El niño decide cuánto come. Obligar o coaccionar a un niño para que coma aumenta la insatisfacción familiar y el riesgo de problemas con la comida a corto y largo plazo.
Cuidando el ambiente emocional: ser paciente con el ritmo de adquisición de los nuevos logros
Ante las situaciones negativas (no come, no le gusta, se porta mal), mantener una actitud neutra.
Evitar enfadarse, intentar no mostrar el enfado. Una conducta muy controladora o exigente de los padres impide que el niño aprenda autorregularse
Disfrutar de la comida en familia, reforzando los logros. No utilizar los alimentos como premios o castigos, ni como consuelo o chantaje.
La filosofía que debe estar detrás de cómo ofrecer los alimentos se basa en interpretar las claves que el lactante o niño transmite a la hora de comer y que hace que finalmente adecuemos la forma de alimentación, individualizada, a cada bebé.
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