Si queremos mejorar las condiciones de salud mental en la infancia, necesitamos mirar qué pasa con las mamás y papás que están llevando a cabo la crianza. La depresión postparto (DPP) es el trastorno psiquiátrico materno más común y pese a su complejidad e impacto en el bienestar de toda la familia, aún hoy es un tema poco hablado y conocido. En este post te contamos las claves de este diagnóstico.
Debido a que el período posterior al nacimiento de un hijo es una etapa de ajuste vital, es relativamente común que las mujeres experimenten sentimientos de tristeza en este período (entre el 60-85% los experimenta). Generalmente estos son leves y se resuelven pronto, lo que se conoce como “postpartum blues”. En contraste, la DPP consta de la sintomatología propia de cualquier episodio depresivo mayor, es decir, síntomas negativos intensos y alteraciones fisiológicas. Es decir, no es "simplemente tristeza", si no que es un cuadro psiquiátrico que impacta en la calidad de vida de la mamá, y en consecuencia, en el desarrollo de su hijo/a.
¿Cómo se manifiesta?
Puede presentarse ansiedad, pobre percepción del rol materno, irritabiliad o labilidad emocional (que se traduce como mayor sensibilidad frente a las situaciones diarias), incapacidad para disfrutar cosas que antes causaban placer, y sentimientos de culpa. Además, es común experimentar cambios en el sueño (excesiva necesidad de dormir o insomnio), y en el apetito.
Lo anterior debe ocurrir la mayor parte del tiempo durante dos semanas, afectando el funcionamiento cotidiano y el cuidado del bebé, para los criterios de diagnóstico. Puede ser que una mamá esté realizando todos los cuidados básicos de su bebé, como alimentarlo, asearlo, darle abrigo, etc, pero que estos cuidados se vean acompañados constantemente de sentimientos negativos, y que le cueste enormemente conectarse emocionalmente con su bebé. Incluso, pueden llegar a existir deseos negativos en torno al bebé y en los casos más extremos de depresiones severas no tratadas, pueden aparecer situaciones de maltrato o suicidio materno.
¿Tiene algún impacto en el niño?
La respuesta es un rotundo y enorme ¡SI!. Durante décadas el estudio de DPP ha estado centrado en las causas: ¿biológicas, hormonales, socioculturales?. Sin embargo, recientemente la evidencia ha apuntado a analizar qué sucede con los hijos de las madres que cursan con DPP. ¿Tiene algún impacto la depresión postparto en los hijos de aquellas madres?
Efectivamente, se ha visto que la depresión tiene un efecto negativo en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. La duración de un episodio depresivo postparto afecta de forma proporcional el vínculo madre-hijo, generando un impacto negativo en el desarrollo emocional y cognitivo del bebé. Además, es interesante notar que este impacto negativo se ve con mayor intensidad en la población de madres de nivel socioeconómico bajo y adolescentes.
Los hijos de madres con DPP pueden establecer relaciones de “apego ansioso” con una frecuencia significativamente mayor que los hijos de madres no deprimidas, y exhibir una mayor probabilidad de trastornos conductuales, accidentes, ingresos hospitalarios y maltrato infantil.
Y ojo, no es sólo la madre que sufre y el desarrollo del niño que se puede ver afectado. También se ha observado que la sintomatología depresiva persistente de la mujer en el postnatal interfiere con el bienestar de la familia e, incluso, aumentaría la probabilidad de depresión en su pareja ante la presencia de otros factores como: baja escolaridad, pobre apoyo psicosocial, y violencia en la relación marital.
¿Qué tan común es?
En Chile, una de cada cinco mamás tiene algún grado de DPP. Lo cual es una prevalencia bastante alta y en correlación con los países desarrollados. Si estás pensando que no conoces a nadie que haya tenido depresión postparto... piensa denuevo.
La DPP tiene la dificultad en su diagnóstico de que por varias razones, existen muchos casos que simplemente no se logran diagnosticar -y por lo tanto tratar. ¿Porqué ocurre esto? En el período postnatal, la atención del entorno tiende a centrarse en el niño: en su salud y bienestar, y por lo tanto la madre pasa a un segundo plano.
Para las madres en general es difícil asumir y priorizar su condición emocional, y cuando lo hacen, es más difícil aún que accedan a buscar ayuda de un profesional. Culturalmente, tenemos esta idea de la "mamá superheroína" que puede con todo, que hace malabares con millones de cosas al mismo tiempo y jamás flaquea. Por lo tanto, hay una enorme estigmatización social hacia las mamás que sufren depresión postparto abiertamente. En consecuencia, existe una sensación de verguenza y temor a la crítica de los demás en asumir este diagnóstico.
Fundamental la intervención
Por sus características y temporalidad, la depresión postparto es una situación que afecta a la mamá, el hijo/a, y posiblemente el padre. Tiene repercusiones a corto, mediano y largo plazo, por lo que es muy importante buscar ayuda necesaria y contar con el apoyo de un profesional.
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