La integración sensorial es necesaria para poder interactuar socialmente, desarrollar el control motor y aprender. Para poder "funcionar" de manera adecuada, necesitamos -entre otras cosas- que nuestros sentidos nos entreguen información sobre el entorno y que además, nuestro cerebro organice e integre toda esta información con el fin de que podamos producir respuestas acordes a cada situación. Sin embargo, hay veces en que este proceso de integración sensorial está alterado. ¿Qué sucede cuando esto pasa?, ¿Cómo podemos reconocer a un niño con este tipo de trastorno? y lo que es más importante, ¿Cómo podemos ayudarlo/a?... En este post te contamos sobre los desórdenes del procesamiento sensorial.
Entendiendo el problema
Todos integramos la información sensorial, -algunos de forma más efectiva que otros- de manera que es un proceso que pasa inadvertido en la mayoría de las personas. Pero a pesar de esto, hay veces que este proceso se ve alterado y genera dificultades en la vida diaria.
Cuando este proceso está alterado, nos encontramos con una disfunción del procesamiento sensorial (DPS). Esto se da cuando las señales sensoriales no son organizadas en respuestas apropiadas, por lo que a estos niños les cuesta procesar la información recibida a través de los sentidos y en consecuencia les cuesta actuar acorde a ellas. De esta manera, la DPS es la inhabilidad para usar la información recibida a través de los sentidos para poder funcionar de manera adecuada en el día a día.
Para entenderlo mejor, debemos explicar que una DPS es un problema de procesamiento a nivel del sistema nervioso central. No puede ser observado en una imagen como una radiografía o una resonancia magnética, porque a nivel estructural todo está normal. La manera en que se expresa esta alteración en la integración sensorial es a través del comportamiento del niño o niña. Cuando hay una DPS, el cerebro no está organizando o procesando el flujo de impulsos sensoriales de manera que le dé al niño información buena y precisa de sí mismo y del entorno. De esta forma, cuando el cerebro no procesa bien las entradas sensoriales, generalmente tampoco dirige el comportamiento de forma eficaz. Sin una buena integración sensorial es difícil aprender y frecuentemente el niño/a se siente incómodo consigo mismo y le cuesta relacionarse o funcionar con el entorno.
Recién en los últimos años se han comenzado a diagnosticar y tratar las disfunciones de la integración sensorial, ya que se está viendo cada vez más el gran impacto que tienen en el día a día y cómo esta perspectiva explica el comportamiento que presentan algunos niños que no tienen ningún diagnóstico médico propiamente tal, es decir, niños “sanos” pero que cuentan con grandes dificultades en diversos ámbitos durante la infancia (alimentación, emocionales, problemas de coordinación o comportamiento en el colegio, etc).
Como mencionamos antes, las DPS no aparecen en una imagen ni tampoco pueden ser diagnosticadas con un examen de laboratorio. Lo anterior, sumado a que hay una enorme variabilidad en la manera en que una DPS puede aparecer (de un niño a otro y en la manera de mostrarse en un mismo niño/a), es importante para entender porqué es complejo detectar y diagnosticar esta disfunción.
¿Cuáles son las señales?
Partimos mencionando que cada niño es diferente (MUY importante recordar y volver a recordar esto), y además, que cada niño tiene variaciones en su comportamiento. Puede hacer algunas cosas o comportarse de una manera un día, o en una situación, y luego cambiar su conducta. En este sentido, cada niño/a tiene su propio conjunto de "síntomas" (una DPS no es una enfermedad). En términos generales, los niños que tienen una disfunción del procesamiento sensorial pueden tener problemas en las siguientes áreas:
Hiperactividad y Distractibilidad: muchas veces es la primera señal de que algo no anda bien, y una de las mayores quejas de los padres. En muchos casos, al entrar al jardín o al colegio es cuando esto se hace notar. El niño/a se mueve todo el tiempo, pareciera que no puede quedarse quieto (y en cierta manera, eso es lo que sucede! Necesita moverse para sentirse organizado). Esto obviamente genera que sea difícil concentrarse. Por otro lado, la distractibilidad se convierte en un gran problema en el colegio, ya que los ruidos, luz, conversaciones de al lado...todo llama la atención. (No sé bien cómo filtrar qué información sensorial es la relevante en ese momento).
Problemas de Comportamiento: No todos los niños con problemas de comportamiento tienen una DPS, pero en muchos casos sí, y vale la pena detenernos a mirar qué está pasando. Un niño con una disfunción en la integración sensorial en muchas situaciones del día a día se siente frustrado, incómodo y angustiado. A veces no puede disrutar de los juegos, o se siente asustado de algunas experiencias nuevas. Son niños extremadamente sensibles y en consecuencia emocionalmente intensos, por lo que es común que esta DPS se traduzca en "pataletas" de tamaño XL, agresividad y falta de autocontrol, produciendo importantes dificultades en el jardín y/o colegio.
Tono Muscular y Coordinación: Debido a la disfunción en el procesamiento sensorial, el control postural y el control motor se ven afectados, de manera que estos niños a veces parecen "desorganizados" o "descordinados".
Aprendizaje en el colegio: Muchas veces, si es algo sutil puede pasar desapercibido durante los primeros años, para luego empezar a dar problemas en el ámbito escolar. A algunos niños con ciertos tipos de DPS se les dificulta el aprendizaje de la lectura, escritura y matemáticas.
Pensando en una Disfunción de la Integración Sensorial
Cómo saber si lo que tiene tu hijo/a es o no una disfunción del procesamiento sensorial? Si nos encontramos frente a un niño/a que tiene alguna de las características descritas en este post, que dificultan o impiden el normal funcionamiento del niño en el día a día, podemos estar frente a una DPS, por lo que recomendamos consultar con un especialista (terapeuta ocupacional).
A continuación les presentamos ejemplos de comportamientos frente a los cuales pudiésemos sospechar que puede haber una DPS. Recordemos que estas "señales" deben ser mostradas de forma repetitiva y con cierta constancia en el comportamiento del niño.
Rechazo a algunas texturas en las comidas que dificulta una alimentación normal
Rechazo (léase pataletas monumentales y escándalos) frente a cortarse las uñas y/o el pelo, lavarse el pelo o el momento de la ducha/baño
Niños que les molestan mucho las etiquetas de la ropa, algunas telas o roces en particular. Les puede gustar usar la misma prenda de ropa una y otra vez, aunque esté gastada y vieja
Niños que les molesta tener ropa puesta, quieren estar sin ropa/zapatos todo el tiempo
Niños "torpes" que se caen de forma repetida, no parecen coordinarse bien
Niños que no les gustan los juegos de la plaza: les da susto subirse a columpios, balancines,etc.
Niños que tienen y disfrutan de un juego muy brusco: apretarse, empujarse, caerse, golpearse es parte del juego por lo que pueden parecer agresivos.
Niños que no les gusta ensuciarse las manos, se las limpian constantemente
Niños que se sobreestimulan fácilmente, parecen "demasiado sensibles"
Niños que están en constante movimiento. Parece que jamás se quedan quietos y literalmente no puede estar sentados por mucho tiempo
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