Es fundamental conocer los antecedentes del embarazo, del parto, y del período postnatal, con el fin de saber si el niño cuenta en su historial con factores de riesgo que pudiesen estar explicando el RDSM. Además, es importante conocer estos antecedentes para, junto con los hallazgos de la evaluación del neurodesarrollo, poder hacer un pronóstico funcional de la evolución del niño. 

En algunos casos, el RDSM es una variante normal del desarrollo, el cual con una breve intervención oportuna y educación a los padres, tendrá una evolución normotípica. En otros casos, sin embargo, el retraso aparece debido a enfermedades crónicas no neurológicas ( por ejemplo: enfermedad celíaca, desnutrición crónica, cardiopatías congénitas, etc.) y el tercer gran escenario, es que la causa del retraso sea la primera manifestación de un trastorno motor crónico no progresivo, por daño encefálico (como parálisis cerebral infantil en sus diversas formas clínicas) o, más raramente, un trastorno muscular congénito. 

Cualquiera sea el caso al que nos enfrentemos, el RDSM siempre nos debe alertar a buscar orientación médica, y especialmente, a iniciar intervención de kinesioterapia de forma oportuna y precoz. 

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