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Música y tu Bebé


¿Conoces a alguien que no le guste la música? Probablemente no. Esta forma de arte ha existido por miles de años y es transversal a todas las culturas y países del mundo. Si eres de esas personas que no puede vivir sin música, (¡como nosotros!) te tenemos buenas noticias. ¡Sigue leyendo!

A pesar de que dicha idea actualmente se considera inválida -hecho que se sustenta en los resultados de varios estudios con el fin de comprobarla- esto no quiere decir que la música no tenga efectos beneficiosos sobre el desarrollo cognitivo de los niños.

Muy al contrario, hay gran cantidad de evidencia que demuestra que la música literalmente cambia la estructura cerebral, gracias a un proceso de reorganización y formación de nuevas conexiones neuronales llamado neuroplasticidad. El cerebro de un músico profesional realmente funciona de manera distinta al de una persona que jamás ha tocado un instrumento, y existen áreas de dicho órgano que se han desarrollado más. Por otro lado, el simple acto de escuchar una canción que nos gusta muestra en imágenes cerebrales cómo se activan múltiples zonas específicas del cerebro.

Si en los adultos hay tales efectos sorprendentes, las investigaciones en niños no se han quedado atrás. En la actualidad se sabe que la música en la infancia ayuda a desarrollar componentes de la cognición tales como la memoria, la percepción y el lenguaje, y hay indicios de que podría impactar también aspectos sociales como la empatía y el desempeño académico.

La música tiene un poderoso efecto a nivel emocional. Ya sea asociado a recuerdos, por una melodía, tono, o ritmo en particular, puede cambiar en pocos minutos tu estado de ánimo. En bebés esto se traduce en que una canción suave y lenta puede calmarlos e incluso hacerlos dormir. Por otro lado, -y de manea intuitiva sabemos esto- a los bebés no les gusta la música demasiado fuerte ni “agresiva”, ya que los desorganiza y la perciben como algo desagradable (piensa en rap, hip-hop, reggaetón, metal, etc).

En los bebés, la evidencia sugiere que las experiencias relacionadas con ver a alguien tocando música y escucharla, influencian el modo de realizar conexiones a nivel mental. Es decir: en los primeros años de vida los bebés aprenden a relacionar un sonido en particular e identificarlo con su fuente de procedencia, incluso se cree que son capaces de recordar y reconocer música que hayan escuchado repetidamente durante el período prenatal.

Música y el Lenguaje

Tanto la música como el lenguaje son actividades auditivas, por lo que comparten los mismos parámetros acústicos. Además, ambas comparten la misma meta fundamental: comunicarse con otro ser humano. A medida que los niños crecen, comienzan a expandir su vocabulario y empiezan a hacer conexiones de palabras con su correspondiente significado, lo cual probablemente se vea potenciado por la música.

Un estudio encontró que en niños que tenían entrenamiento musical, tenían mejores habilidades en discriminación auditiva, vocabulario y habilidades de razonamiento, además de mejores habilidades finas motoras derivadas de tocar un determinado instrumento.

Aprender a tocar un instrumento desarrolla habilidades de escucha que ayudan a la organización lingüística en el cerebro del niño, aumenta la memoria verbal y estimula las habilidades fonológicas -habilidad de identificar dónde empiezan y terminan las sílabas y sonidos- fundamentales para entender, hablar y leer en un idioma.

Por otro lado, la práctica continua enseña a los niños a ser pacientes y perseverantes, además de entrenarlos a concentrarse por períodos sostenidos de tiempo, habilidades que les serán útiles en muchos aspectos a lo largo de la vida. Incluso hay investigaciones recientes que sugieren que en niños pequeños, el hecho de tocar música de manera grupal puede ayudar a desarrollar la empatía. Esta virtud proviene en parte, de aprender a ser sensible a cambios sutiles en la voz humana, que pueden indicar distintos humores y emociones. Ya que la música mejora el cómo escuchamos, se traduce en reconocer sutilezas del habla: la forma especial en que algo se dice y las emociones tras las palabras, siendo esto un elemento clave en la empatía y la inteligencia emocional.

Considerando todo esto, es seguro decir que la música va más allá y les enseña a los niños cosas que jamás habríamos sospechado. Sin embargo, hay algo mucho más importante -a nuestro juicio- que toda esta evidencia científica relacionada con niños más desarrollados cognitivamente.

La música es arte. Es inherentemente placentera. ¿Se te viene a la mente alguna canción en particular o-mejor aún-algún recuerdo relacionado a la música? Lo más probable es que sí, ya que la música es un fenómeno profundamente emocional, por lo que no debe sorprenderte saber que los recuerdos musicales están entre los más vividos y viscerales. Es probable que asocies distintas épocas de tu vida con determinadas canciones, artistas, o estilos musicales. Ahora traslada eso a tu hijo o hija. Imagina los recuerdos que pueden crear asociados a la música, lo entretenido que es para ellos explorar distintos sonidos, tonos, y ritmos. La música es una herramienta poderosa extremadamente asociada a la creatividad, por lo que les da a los niños un medio de expresión de forma divertida y lúdica. Creemos que una meta razonable es cultivar el amor por la música en los niños, y no usarla simplemente para potenciar el desarrollo.

Ya sea simplemente poniendo tus canciones favoritas en la radio o inscribiendo a tu hijo/a a clases de guitarra, te invitamos a incorporar la música en tu rutina y a hacerla una forma de juego y expresión con tu hijo. Aquí te dejamos algunas sugerencias para incorporar la música en el día a día con tu hijo/a, ¡acuérdate que lo más importante es pasarlo bien!

PON MÚSICA

Aunque suene obvio...no es tanto. Trata de poner música durante el día alrededor de tu hijo/a: en el auto, en la cocina mientras almuerza, en la pieza mientras lo cambias de ropa o juegan... Intenta variar los estilos musicales, jugando con distintas melodías y ritmos. De a poco te vas a ir dando cuenta de cuáles le gustan más. Eso sí, ten cuidado con no subir mucho el volumen, ya que los ruidos muy fuertes pueden dañar la audición de tu bebé.

CÁNTALE A TU BEBÉ

Realmente no le importa cómo cantas, o si eres desafinada. A tu hijo/a le encanta escuchar tu voz, ya que es uno de los primeros sonidos que conoció antes de nacer. Está comprobado que desde muy pequeños, los niños son capaces de reconocer mentalmente la voz materna y reaccionan a ella calmándose y sonriendo. Además, escucharte cantar les ayuda a desarrollar el lenguaje.

CANTA CON TU BEBÉ

A medida que tu hijo/a crezca, probablemente va a disfrutar cantando contigo. Además de ser algo entretenido para los dos, ponerle música a las palabras ayuda a que éstas se "graben" con mayor facilidad a nivel cerebral, haciendo que se retengan más rápido y por más tiempo. Es por esta razón que podemos recordar la letra de canciones que cantábamos cuando chicos, aunque no las hayamos escuchado en años.

Referencias

1. The Benefits of Music Education. An Overview of Current Neuroscience Research. The Royal Conservatory, April 2014.

2. The Influence of Music on the Development of Children. C. Chau, T. Riforgiate. 2010.

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