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El poder de consolar: porqué no hay que dejar a las guaguas llorando

Actualizado: 16 ago 2022

Frente a una guagua que llora todos hemos escuchado decir algunas frases típicas que -afortunadamente- están siendo desmitificadas por la evidencia científica y los expertos en desarrollo infantil. "Déjalo llorar porque o si no, se va a acostumbrar a que lo tomes en brazos, "no lo tomes tanto que después te va a manipular", "tiene que ser independiente". Y así, un sinfín de comentarios que, si bien son bien intencionados, poco tienen de verdad. En este post te contamos las razones por las que no hay que dejar a los niños llorar solos.



La noción de que debemos limitar el contacto con las guaguas viene de hace cientos de años. Entre los siglos diecinueve y veinte, se volvió popular esta idea debido a que los científicos de la época, "expertos" en el tema del momento, consideraron que al ser "demasiado" atentos con los bebés, esto resultaba en niños llorones, quejumbrosos y sobre dependientes de sus padres. Incluso, llegaron a haber recomendaciones oficiales de la época, de que un bebé mayor a seis meses debiese "ser enseñado a mantenerse sentado tranquilamente en su cuna, de lo contrario, podría necesitar supervisión constante y ser entretenido por su madre, una seria pérdida de tiempo". Además, se sumaba a esto la idea de que para que los pulmones del bebé se desarrollaran de forma adecuada, éstos necesitaban llorar a modo de ejercicio.

Sin embargo, la evidencia científica se ha encargado con las décadas de derribar estas nociones, pese a que aún escuchemos cosas de este estilo, especialmente de las generaciones de nuestros padres y abuelos.


Pese a que cada vez es menos frecuente ver a padres que dejan a sus guaguas llorar por ejemplo solas en su cuna por largos períodos de tiempo, aún existen estas prácticas por ejemplo en contextos de institucionalización u hospitalización infantil.


Otra práctica común más actual que lamentablemente incluso es recomendada por "expertos" es la de dejar a los niños llorar hasta quedarse dormidos, lo cual, es enormemente dañino para los niños. Estas prácticas vienen de la incomprensión del cerebro del niño.


¿Qué produce en el cerebro de un bebé el llanto prolongado?


Este fenómeno está diseñado para que el bebé pueda comunicar a sus cuidadores que necesita algo: está incómodo, tiene frío o calor, tiene hambre, sueño, o necesita la cercanía y cariño de otro. De esta forma, el llanto es un mecanismo que indica una necesidad, y como tal, tiene un mecanismo en el cuerpo del bebé que funciona de manera adecuada por períodos breves de tiempo. Pone al bebé en un estado de alerta, elevando los niveles de cortisol, hormona conocida como la hormona del estrés.

En dosis controladas, el cortisol nos activa y nos sirve como alerta para posibles amenazas del ambiente. Sin embargo, cuando el cortisol se libera en dosis altas o en prologados períodos de tiempo, actúa de manera dañina en nuestro sistema nervioso, y promueve la consolidación de vías neuronales asociadas al estrés.


Esto es lo que los expertos denominan "estrés tóxico", es decir, aquel estrés que no nos sirve y al contrario, tiene un efecto de toxicidad en el cerebro cuyas consecuencias a corto plazo puede que no sean evidentes, pero a largo plazo se asocia a niños desrregulados, irritables, con dificultades emocionales.


Imaginemos una guagua de 3 meses que está llorando en su cuna. Tiene sueño pero no logra quedarse dormida y su mamá está muy cansada luego de un día agotador. La mamá piensa -sin mala intención- que quizás, la mejor forma de que el niño se duerma es dejarlo llorar solo en la cuna, para que "se calme solo".

¿Qué sucede aquí?. Los bebés humanos nacen mucho más inmaduros que otras especies de mamíferos, y eso hace que sean dependientes de sus padres por mucho más tiempo. Un bebé de 3 meses no tiene las capacidades emocionales ni neurológicas para poder calmarse solo. Cuando una guagua llora y llora, y la dejamos "calmarse sola", el sistema nervioso de la guagua interpreta esto: tengo estrés, no puedo calmarme y nadie viene a calmarme, me ignoran cuando tengo una necesidad.

Imaginemos que un amigo/a nuestro (adulto) está llorando desconsolado en la otra habitación. No lo dejamos llorando solo para que se calme, ¿verdad?. ¿Entonces porqué sí creemos que es correcto hacerlo a una guagua?, quien está muchísimo menos preparada que el adulto para enfrentar el estrés.

Ahora imaginemos a un bebé en una sesión de kinesioterapia. Los primeros 10 minutos todo bien, está tranquilo y sonríe. Luego, se cansa de algún ejercicio y comienza a llorar. ¿Qué hacemos?. Sabemos que su sistema nervioso está estresado si está llorando, y sabemos que está expresando alguna necesidad.

El bebé no es mañoso, no está siendo flojito, ni nos quiere manipular. Simplemente nos quiere decir en ese minuto: "esto es demasiado, necesito aliviar mi estrés". Y por lo tanto, lo que debemos hacer en ese momento no es forzar un ejercicio, ni continuar haciendo algo que claramente el niño no está disfrutando. Si hay llanto, la prioridad en ese momento es buscar el alivio para poder dejar de llorar, y por lo tanto si hay llanto, el bebé (o niño) no está en condiciones de integrar experiencias, ni aprender cosas nuevas.

Cuando un niño llora, debemos buscar la manera de calmarlo, y punto. En ese momento puede que el bebé extrañe los brazos de la mamá, o que necesite descansar en una posición menos desafiante, o que requiera menos estímulos ambientales. Nuestro trabajo como terapeutas, padres o cuidadores, es estar atentos a las señales de los niños y estar disponibles para atender sus necesidades.


  • Los estudios muestran que el cuerpo de un bebé se desrregula cuando es separado físicamente de su cuidador.

  • Al igual que como adultos nos calmamos si tomamos agua cuando tenemos sed, los bebés se calman cuando sus necesidades son satisfechas. Pero como no puedes cuidar por sí mismos, tienen muchas más necesidades y esto es normal.

  • Ser atento a las necesidades del bebé y calmarlo cuando lo necesita, - lo cual se traduce en estar disponible para ayudarlo cuando llora- se relaciona con relaciones de apego seguras entre el niño y su mamá (o cuidador principal)

Referencias

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