Si como adultos a veces es difícil comunicarnos de manera efectiva, pensemos en lo complicado que puede ser hacerlo con niños pequeños, quienes tienen una limitada comprensión del mundo pero quieren saberlo todo, son literales y a veces temperamentales (en otras palabras... ¡son niños!). Los padres y educadores enfrentan un gran desafío en lograr una comunicación efectiva y satisfactoria con los niños, por eso en este post te contamos de manera simple cómo hablar con un niño/a y no volverse loco en el intento.
Ya sea que tu guagua está comenzando a decir palabras y se frustra porque no logras entenderlo, o tienes conversaciones que te vuelven loco/a con tu niño de 4 años, sabemos que a veces puede ser frustrante comunicarse con los niños. Sin embargo, aprender algunas estrategias simples te puede ayudar no sólo a comunicarte con tu hijo/a, si no que a hacerlo de manera efectiva. Esto requiere sólamente escuchar, mostrar interés, establecer limites, y llegar a acuerdos.
1. Escucha activa: Puede sonar obvio, pero en el ajetreo del día a día muchas veces esta parte básica se nos escapa. Para comunicarnos mejor, tenemos que escuchar mejor. La verdadera comunicación no se da en frases sin atención ni en conversaciones a medias. Por esta razón, en cada oportunidad que tengas, tómate verdaderamente el tiempo para escuchar a tu hijo/a y poner atención a lo que esté diciendo. Creemos que escuchar significa parar un segundo a considerar lo que el otro está expresando, más que sólo oír las palabras. En entornos donde haya muchos niños, lo ideal es intentar darle tiempo y espacio a cada uno por separado -además de en grupo- para comunicarse con ellos.
2. Fuera tecnología: Pese a que en ciertas situaciones, -y con niños sobre los 2 años- el uso de dispositivos de tecnología puede fomentar y mejorar la comunicación, en general es un obstáculo para lograr una mejor conexión con los niños. ¿Porqué un niño/a va a querer conversar con alguien más -adulto o niño- cuando tiene esta pantalla enfrente que lo absorbe casi por completo? En lo posible, te recomendamos disminuir o eliminar por completo en algunos momentos del día el uso de la tecnología, ya que eso abre un espacio para poder hablar con los niños con menos distracciones.
3. Hablamos con el cuerpo: ¿Sabías que comunicamos mucho más con nuestros cuerpo que con las palabras?. Nuestras expresiones faciales, gestos y postura corporal generan un montón de comunicación que muchas veces no consideramos. Cuando hables con niños, intenta siempre mirarlos a los ojos, ojalá a su misma altura. Intentamos no hablarles desde "arriba" es decir, de nuestra altura hacia abajo. Esto fomenta una comunicación abierta y sugiere que ambos están en un mismo nivel. El tono de voz que uses también importa, ya que los niños tenderán a imitarlo. Si nos ponemos a gritar -probablemente sin darnos cuenta- inintencionadamente le estamos diciendo al niño/a que lo haga también.
4. Piensa antes de hablar: En vez de responder automáticamente a lo que un niño/a dice, haz una pausa. Puede que nos sintamos tentados a responder lo primero que se nos viene a la mente, pero intenta hacerlo de forma más pausada para procesar lo que acaban de decir antes de responder. Tómate tu tiempo para hablar, y tu hijo/a irá aprendiendo a hacer lo mismo, siendo más consciente de qué y cómo lo dice. En una discusión, esto va a ayudar a evitar lenguaje impulsivo, y en una conversación amigable, demostrará que estás genuinamente escuchando a lo que dice.
5. Inculcando hábitos y enseñando reglas: Los niños aprenden con el ejemplo y ésta no es la excepción. En lugar de decirle 25 veces a tu hijo/a que se lave las manos antes de comer -naturalmente en algún momento va a necesitar las 25 repeticiones-, guía con el ejemplo. Algunas veces las palabras no son la mejor herramienta para comunicar, y ésta es una de ellas. Al enseñar algo, además de explicarlo y pedirlo, debemos mostrarlo.
6. Muestra interés y haz preguntas: Muchos adultos a veces parecemos oficiales en un interrogatorio al intentar hablar con niños, pensando que nos estamos comunicando súper bien. ¿Qué hiciste hoy?, ¿A qué jugaste?, ¿Cómo te portaste?. A pesar de que nos interesamos por el niño/a y queremos conectarnos con él o ella, éstas preguntas probablemente sean respondidas con monosílabos y respuestas cortas. Es importante preguntarle a tu hijo/a por su día, pero debes formular preguntas amplias -obviamente dependiendo de la edad del niño-y estar dispuesto a escuchar. Además, no se trata de interrogar, si no de conversar. Cuéntale tú también de tu día, ya que la idea es que ambos compartan mutuamente en el proceso de aprender a comunicarse. Ejemplo: ¿Qué fue lo que más te gustó del cumpleaños?, ¿Enserio? A mí también me gustan las tortas, mi sabor favorito es el chocolate, ¿y el tuyo?.
7. Conociendo los límites: A pesar de que estemos de acuerdo en una crianza respetuosa, esto no significa que no sea bueno establecer límites. Los niños necesitan límites, se sienten seguros con ellos y se comportan mucho mejor cuando los tienen y los conocen. Aunque éste es un tema enorme en sí mismo y no vamos a profundizar en él aquí, si queremos recalcar la importancia de comunicar estos límites de manera clara y constante. Te recomendamos en el día a día, de manera clara y respetuosa, dejarle saber al niño/a lo que está fuera de límites.
8. Es bueno decir "No". No nos referimos a que nos convirtamos en padres o educadores ultra estrictos y negativos, pero de vez en cuando es bueno y necesario decir "no". Especialmente en niños pequeños, que están recién aprendiendo a hablar, no debemos tener miedo a enseñar esta palabra. De nuevo, es parte de incorporar y establecer límites de manera clara. Si una guagua de 1 año y medio está encaramándose de forma peligrosa encima una mesita de vidrio, en lugar de empezar a gritarle y enojarnos ("¡Pero cómo se te ocurre!, ¡Bájate ahora mismo!, ¡Eso es peligroso!"), debemos decir clara y firmemente decir "NO". En vez de decir "eso no se hace" podemos practicar "no hacemos eso" para hacerlo sentir incorporado a un nosotros, y no como que le estamos imponiendo reglas sólo exclusivamente a él/ella. La clave está en ser amable pero firme.
9. Ni mucha lógica ni mucha explicación: Quién no ha tenido esa interminable conversación con un niño que suena algo así: "¿Por qué...?, Y ¿por qué?...., pero ¿por qué?". Empiezan a aparecer explicaciones a medias de cosas que en realidad no entendemos muy bien y después nos empezamos a cuestionar nuestra existencia y el origen del universo. Todos hemos estado ahí. En algún momento la conversación llega a un punto crítico y terminamos diciendo el famoso "Por que yo lo digo". Los niños son curiosos por naturaleza y quieren entender todo, lo cual es una increíble cualidad que debemos fomentar. Cuando estén hablando del mundo y de cómo funciona, no necesitas explicar los detalles precisos ni explayarte demasiado. Mantén estas explicaciones cortas y simples y estarás al otro lado. Por otro lado, cuando te pregunte por la razón de una regla en particular -ejemplo: no caminamos sobre baldosas mojadas-, es importante explicarle las razones de ésta, para que entienda porqué debe seguirla. Si le dices "porque sí" o "porque yo lo digo" no tiene ninguna validez, en cambio si comprende que puede resbalarse y pegarse en la cabeza, es mucho más probable que siga dicha regla.
Por supuesto, esto no significa que tengamos que justificar cada una de nuestras decisiones al niño/a, pero sienta una base para una mejor comunicación. Además, ten en mente que de todas maneras en ocasiones habrán pataletas y rabietas pese a que le expliques clara y dulcemente tus razones. Elige sabiamente tus batallas.
10. Llegando a acuerdos: En una situación difícil, pregúntate cómo puedes ayudar al niño/a. Si te pide permiso para algo que no puede hacer, intenta explicarle que no puede hacer X, pero que juntos pueden hacer este otro panorama que también es entretenido. Buscar formas de ayudarlo sin ceder en tus límites establecidos es muy importante, ya que implica que los dos trabajan juntos para solucionar un problema de forma que los haga contentos a ambos. De esta manera estás comunicando las reglas y el niño sus intenciones y necesidades de forma mucho más efectiva y útil para ambos. Ten en mente que a veces necesitarás decir "No" en vez de "No, pero podemos hacer esto otro...". Aprendemos así a distinguir en las cosas que requieren un no absoluto (peligrosas, inmorales, dañiñas) y de las que podemos negociar.