top of page

Terapeutas infantiles: ¿Cómo podemos fomentar la autoestima en los niños?

Actualizado: 2 abr

En palabras de la reconocida psicóloga infantojuvenil Andrea Cardemil: “Se tiende a creer que tener una autoimagen positiva solamente implica reconocer en uno mismo características valiosas. Pero es mucho más que eso. También implica reconocer en uno mismo los aspectos que no nos gustan tanto y, pese a ello, querernos igual”.



Esta frase invita a la reflexión y resulta imposible no vincularla al contexto de los niños con los que trabajamos en la intervención terapéutica de rehabilitación infantil.

La autora propone reemplazar el término “autoestima positiva” por “autoestima nutritiva”, y no podría estar más de acuerdo. Como profesionales que trabajamos con niños, es esencial que nosotros, además de los padres, comprendamos esta noción. Repitamos: la autoestima implica reconocer lo que no nos gusta de nosotros mismos, aceptarlo y, aún así, querernos.

En la intervención directa con niños, nos enfrentamos a dificultades de todo tipo día tras día. Abordamos diversas áreas (comunicativas, motoras, cognitivas, sociales) con el objetivo de disminuir o atenuar esas dificultades, o bien, para que el niño/a logre adaptarse mejor a su día a día a pesar de ellas. Así, podemos afirmar que lo que hacemos en rehabilitación infantil está profundamente relacionado con la autoestima nutritiva.

Con frecuencia, nos encontramos con padres que niegan o minimizan los problemas de sus hijos por miedo a que visibilizarlos frente a ellos pueda afectar negativamente su autoestima. He visto padres que evitan mencionar ciertas palabras (como “hemiplejía” o “trastorno”) por temor a que los niños se vean impactados, o que, frente a dificultades de conducta, etiquetan a sus hijos con términos como “eres muy regalón” o “eres un manipulador/a”. También he observado este tipo de conductas en profesionales. Minimizar o negar los defectos o problemas es lo contrario de lo que debemos hacer. Según la autora mencionada, debemos “aceptarlos, trabajarlos e integrarlos”.


¿Cómo podemos como terapeutas contribuir a una autoimagen nutritiva?


Podemos considerarnos afortunados, ya que contamos con múltiples oportunidades para contribuir. Como terapeutas, nos enfrentamos de manera directa a las limitaciones de los niños. En este sentido, nuestro mensaje no debe ser: “tú solo tienes cualidades positivas”, ni mucho menos negar las dificultades. Todo lo contrario. En nuestras intervenciones, el mensaje subyacente debería ser siempre: *“Sí, tienes dificultades, pero eres valioso y digno de ser amado tal como eres, con esas dificultades. Sí, te cuesta mucho hacer X, pero tienes otras habilidades que forman parte de ti y, especialmente, tú puedes superar esas dificultades”.

Mensajes positivos, sin exagerar: Durante nuestra intervención, podemos destacar aspectos positivos de la personalidad del niño, sus intereses o capacidades, en los momentos que sea pertinente. Esto último es clave: el mensaje debe ser significativo para el niño/a, no algo dicho por simple cortesía. Si caemos en la exageración, podemos generar dependencia del elogio y vaciar de significado los refuerzos genuinos.

Disminuir la crítica: Aunque las correcciones son fundamentales en la rehabilitación para mejorar los aspectos que estamos trabajando, es esencial no caer en la crítica excesiva. Lo ideal es reducir las críticas a lo estrictamente necesario. Por supuesto, debemos corregir los errores o mostrar si el niño/a se está equivocando, pero no es necesario hacerlo constantemente. Podemos comenzar a ser conscientes de lo que decimos en cada sesión y reflexionar si lo que estamos a punto de decir es realmente constructivo para el niño/a o su familia, o si, por el contrario, se trata de una crítica que no aporta. Lo que decimos, cuándo lo decimos (no todos los momentos son adecuados para corregir) y cómo lo decimos son aspectos clave. Por ejemplo, no es lo mismo decir: “Tomás, de nuevo te equivocaste, ya te he repetido que esa pieza del puzzle no va ahí”, que decir: “Tomás, ¿estás seguro de que esa pieza va ahí? Parece que no encaja bien”.

Es importante subrayar que esto también aplica para las familias. No tiene ningún efecto positivo el estar constantemente criticando sus acciones; al contrario, esto solo genera frustración. Queremos resaltar sus esfuerzos por estimular a sus hijos, destacar sus fortalezas y hacerlos sentir competentes en el cuidado y estimulación de los pequeños. En lugar de criticar, debemos orientarlos sobre cómo corregir lo que se puede y debe mejorar.

Mensajes en primera persona ("mensajes yo"): En lugar de decir “Cata, te has portado pésimo esta sesión”, podemos optar por decir: “Cata, cuando no quieres jugar conmigo me siento triste porque preparé todos estos juegos para ti”. Este tipo de mensajes tiene el poder de no atacar al niño/a ni descalificarlo, sino de expresar nuestras emociones y hacer que el niño entienda el impacto de su conducta. Les ayuda a desarrollar empatía y a ver las situaciones desde otra perspectiva.

Evitar etiquetas: Esta es una de las formas más efectivas de contribuir a una autoimagen nutritiva. Recordemos que los seres humanos actuamos en función de las creencias que tenemos de nosotros mismos, y los niños construyen esas creencias basándose en lo que los adultos les dicen. No se trata de negar las dificultades, pero debemos ser cuidadosos con cómo las verbalizamos. Si tenemos un niño pequeño que llora mucho durante la sesión y se mantiene pegado a su mamá, evitemos usar etiquetas como “mamón” o “llorón”. No solo porque estas etiquetas dañan la autoestima nutritiva, sino también porque como terapeutas, debemos mirar más allá de la conducta. ¿Por qué no logré que se sintiera cómodo durante la sesión? ¿Qué necesitamos hacer para que en la próxima se sienta más seguro? ¿Qué aspectos de mi intervención podrían haber influido en su comportamiento? Este enfoque es mucho más constructivo para la intervención y, lo más importante, protege la autoestima del niño, además de ofrecer un modelo positivo para los padres.


 
 
 

Comments


bottom of page