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¿Qué es un Trastorno del Espectro Autista?

Actualizado: 3 abr 2020


¿Has escuchado hablar o conoces un niño/a que posea un Trastorno del Espectro Autista (TEA)? En los últimos años se está haciendo cada vez más común, ya sea por un aumento en la incidencia o una mejor detección en los controles médicos. En este post te contamos lo que debes saber sobre esta condición.

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y dura toda la vida. Éste impacta en cómo una persona se comporta, interactúa, se comunica y aprende. El autismo, el síndrome de asperger y los trastornos generalizados del desarrollo no especificados son parte del TEA, y todos ellos se manifiestan de distintas formas y tienen distintos tratamientos.

Básicamente, los TEA se muestran como un conjunto de síntomas relacionados con una disfunción del neurodesarrollo, con grandes variaciones en el grado de severidad. El diagnóstico es clínico, (lo que quiere decir que es en base a la observación, no hay un examen o una imagen que nos diga "Sí, este niño tiene un trastorno del espectro autista") y se basa en un deterioro persistente en las áreas de interacción y comunicación social y en la presencia de patrones de comportamientos restringidos, repetitivos y estereotipados que aparecen en la infancia. Nos encontramos entonces, con niños que tienen problemas en tres áreas: de la sociocomunicación, el comportamiento, y el aspecto sensorial.

Socialización y Comunicación

Los niños con trastornos del espectro autista tienen grandes dificultades en el aspecto social. Desde los primeros meses pueden mostrar signos de esto, lo cual al ir creciendo se va haciendo más evidente al tener que desenvolverse en contextos como el jardín y el colegio. En este sentido, durante los primeros meses debería llamar la atención un bebé que no muestra sonrisa social y que no responde a manifestaciones de afecto. Más adelante, no imitan el juego de otros niños, muestran aislamiento, rechazo a la interacción con otros niños o adultos, no establecen contacto visual y miran como “a través de”.

Por otro lado, desde el punto de vista de la comunicación también existen dificultades. Muchos niños no se expresan oralmente. Si el lenguaje está presente, existen patrones peculiares del habla tales como la ecolalia (consiste en repetir involuntariamente una palabra o frase que acaba de oír o pronunciar la misma persona), lenguaje metafórico, reversión pronominal y entonación al hablar característica.

Comportamiento

Los niños con TEA tienen también dificultades en el área del comportamiento. Esta característica, al igual que los problemas en la sociabilización y comunicación, es ampliamente variable, no sólo de un niño a otro si no que también dentro del comportamiento de un niño. Puede haber inquietud motora, auto o hetero agresión, rabietas, llantos y gritos frecuentes aparentemente sin causa determinada; no se percatan de las situaciones de peligro; pueden subir a lugares muy altos o cruzar la calle sin mirar.

Otra característica típica del comportamiento en los niños con TEA son la presencia de rutinas repetitivas y elaboradas: mantener objetos en sus manos, no querer ponerse o sacarse algún artículo de vestuario, ordenar juguetes en filas, hacer acciones en una secuencia determinada, etc. Lo que predomina en estos niños es que tienen gran dificultad a adaptarse a situaciones nuevas, el juego y en general las rutinas, son siempre igual, no varían. En un niño que no hay diagnóstico de TEA, pero hay algunas de estas señales, como padres y terapeutas debiésemos estar alerta para en caso de ser necesario, buscar ayuda de otros profesionales de la salud.

Aspecto Sensorial

Únicamente en años recientes se ha estudiado y corroborado que los niños con TEA frecuentemente tienen alteraciones en el procesamiento e integración sensorial. Esto significa que los estímulos del medio sensados por los sentidos, no son integrados de manera correcta para poder usar esa información y actuar en base a ella. Ahora, la presencia de comportamientos de procesamiento sensorial atípicos como hiper e hipo-reactividad son parte de los criterios diagnósticos del TEA.

Podemos encontrarnos con niños que presentan por ejemplo: rechazo o predilección por texturas, sabores y olores, reacciones de llanto o taparse los oídos ante ruidos determinados, ausencia de respuesta al llamado por su nombre, y sin embargo reaccionar ante ruidos casi imperceptibles. Niños que evitan el contacto visual, pero miran por el rabillo del ojo, se quedan mirando fijamente los cambios de luminosidad o de sombras; rechazo al contacto físico o reaccionar como con dolor al tomarlo de un brazo, pero ser insensible a quemaduras y/o golpes, les atraen los movimientos giratorios o hacer girar objetos, no reaccionan o lo hacen exageradamente ante los cambios de gravedad....todas estas son señales de un sistema sensorial que está teniendo dificultades para adaptarse a los estímulos del entorno.

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