El aseo nasal es una tarea importante en el cuidado de un bebé, especialmente si está resfriado o tiene problemas respiratorios. Aunque pueda parecer intimidante o incómodo, es una tarea sencilla que puedes realizar de manera eficiente y sin causar dolor a tu pequeño. ¡Tranquila! la práctica hace al maestro, y entre más lo hagas y te familiarices, menos te intimidará y mejor lo harás.
A continuación, te enseñaremos cómo hacerlo.
1. Preparación: Antes de comenzar, asegúrate de tener todo lo que necesitas. Necesitarás una jeringa nasal, una solución salina (puede ser suero) y un pañuelo de papel suave. Algunos padres más experimentados sólo con estos elementos logran un buen aseo nasal. Si no, nuestro equipo de kinesiólogos respiratorios te recomiendan un aspirador nasal como el de la foto. No te recomendamos esos con forma de "perita" ya que en general no hacen una adecuada succión, lo suficientemente fuerte como para poder eliminar secreciones.
2. Coloca al bebé en una posición cómoda: Siéntate con el bebé en tus brazos o acuéstate en una superficie plana con el bebé apoyado sobre tu pierna. Lo importante es que el bebé esté cómodo y seguro. También puedes pedirle a alguien cercano que lo sostenga en brazos mientras tú realizas el aseo nasal.
3. Administra la solución salina: Con la jeringa nasal, administra unas pocas gotas de solución salina en una de las fosas nasales del bebé. La solución salina ayudará a aflojar cualquier moco o secreción y a limpiar las vías respiratorias.
4. Espera unos segundos: Espera unos segundos para permitir que la solución salina se asiente en la fosa nasal del bebé.
5. Aspira el exceso de moco: Usando el aspirador nasal, sujeta suavemente la nariz del bebé y aspira el exceso de moco. TRANQUILIDAD, está diseñado para que las secreciones no entren en contacto con tu boca. Debes hacerlo con cuidado para no dañar la delicada piel de la nariz del bebé, pero al mismo tiempo intenta ser rápida ya que tu hijo probablemente estará incómodo.
6. Repite en la otra fosa nasal: Repite los pasos 3 a 5 en la otra fosa nasal.
7. Limpia al bebé: Usa un pañuelo de papel suave para limpiar cualquier exceso de moco o solución salina en la nariz del bebé.
8. Lava la jeringa nasal: Limpia el aspirador nasal con agua tibia y jabón después de cada uso para mantenerlo limpia y esterilizado.
Siguiendo estos sencillos pasos, podrás hacer el aseo nasal a tu bebé de manera eficiente y sin causarle dolor. Es incómodo para tu hijo, si, pero una vez que lo veas aliviado al finalizar el aseo, sabrás que está mucho más cómodo y tranquilo al respirar mejor.
Recuerda que el aseo nasal debe realizarse con regularidad para mantener las vías respiratorias limpias y evitar infecciones respiratorias. ¡Tu bebé te lo agradecerá!
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