Te has preguntado de qué manera los bebés empiezan a ser conscientes de sí mismos y del entorno? Cómo es que pasan de aparentemente “no hacer nada” -un recién nacido- a tener ideas propias y poder mantener una conversación – como un niño en edad escolar-? En este post te lo contamos.
Cada día que pasa, mientras los niños interactúan con su entorno y con personas, están creando nuevas conexiones a nivel cerebral, desarrollando vías neuronales. Esta “plasticidad” en el cerebro y la capacidad de moldearse según las experiencias, está en un peak en los primeros años de vida, en donde hay un gran crecimiento en tamaño y función del cerebro y otras estructuras del sistema nervioso central. El desarrollo cognitivo -así como todos los aspectos del desarrollo- de los niños/as en los primeros años de vida depende de la calidad de sus ambientes temprano y de la relación con sus cuidadores principales. Los niños con padres y madres responsivos, y que han estado en ambientes estimulantes están más avanzados cognitivamente al inicio del colegio que aquellos que viven en hogares menos estimulantes, por lo que es seguro decir que los padres que interactúan frecuentemente con sus niños/as promueven su desarrollo cognitivo.
Según los teóricos (teoría del desarrollo cognitivo de Piaget), los recién nacidos interactúan con el ambiente completamente a través de comportamientos reflejos. Un bebé nace siendo capaz instintivamente de succionar, tragar y llorar. No piensa en lo que va a hacer, si no que sigue sus instintos y reacciones involuntarias para conseguir lo que necesita: comida, aire, y cariño.
aDurante los primeros meses la principal forma de contactarse con el entorno -y de desarrollar la cognición- es a través de los sentidos. Los bebés exploran a través de la visión, el tacto, la audición y la propciocepción (la sensación del cuerpo en el espacio). Es por esto que se llevan todo a la boca, quieren agrrar lo que encuentren por delante, y les llaman tanto la atención las caras.
A medida que el bebé va creciendo y aprendiendo sobre el entorno a través de sus sentidos, comienza a participar de forma cada vez más activa e intencional. Comienza a moverse con un propósito: voy a girarme para buscar un juguete que me llamó la atención, lo boto porque el sonido que produce me gusta, etc. En esta etapa comienzan a relacionar dos situaciones, por ejemplo: el niño ve la botella y por experiencias repetidas, comienza a saber que eso significa que pronto se va a alimentar. De esta forma, se comienza a desarrollar cierta predictabilidad sobre el entorno, en que el niño aprende a confiar o desconfiar según la consistencia de sus experiencias.
Entre los 4 y los 8 meses, los bebés pasan a moverse más allá de repetir un movimiento que se siente bien o que es divertido, si no que interactúan de mayor manera con lo que los rodea. Entre los 5 y 6 meses, un bebé puede estar mirando un objeto muy atento, y si se le oculta, permanece mirando, como diciendo ¿adónde fue?. Esto es un hito cognitivo llamado “Permanencia del Objeto”, el cual es sumamente importante porque refleja que el niño sabe que a pesar de que ya no puede ver un objeto, éste sigue existiendo, y se manifiesta plenamente entre los 10 y 12 meses de edad.
Entre los 8 y los 12 meses, los bebés comienzan a mostrar mucho más el comportamiento dirigido a un objetivo, -como gatear para ir a afirmarse de un mueble- y comienzan a imitar absolutamente todo lo que ven de los adultos. Además, comienzan a hacer cosas distintas a las que ven, por ejemplo: le paso un cascabel en la mano y el niño aparte de agitarlo para escuchar su sonido, lo deja caer para ver qué pasa. Nadie le enseñó a dejarlo caer, no está imitando a nadie, pero le nace desde el desarrollo de su cognición. Por otro lado, comienzan a comprender el concepto de causa-efecto, al darse cuenta que ciertas cosas generan otras. (ejemplo: hace algo “bien” y la mamá aplaude).
Entre los 12 y 18 meses, los bebés juegan principalmente en base al ensayo-error. Al realizar una tarea de cierta manera y no resulta, el niño comprende que de esa manera no funciona, por lo que debe intentar con otra diferente para lograr lo que desea. También, como ya está desarrollada la permanencia del objeto, el niño puede esconder y buscar cosas, porque sabe que siguen ahí a pesar de que no las pueda ver.
Finalmente, entre los 18 y 24 meses, los niños desarrollan el pensamiento anticipatorio: esto significa que comienzan a pensar en lo que van a hacer antes de hacerlo, lo cual es sumamente importante desde el punto de vista cognitivo ya que es la primera forma de comportamiento anticipado, con una planificación.
Entre los 2 y 7 años, según la Teoría de Piaget, se da una etapa en los niños llamada Preoperacional. Durante estos años, los niños empiezan a ganar la capacidad de ponerse en el lugar de los demás, actuar y jugar siguiendo roles ficticios y utilizar objetos de carácter simbólico. Sin embargo, aún no se ha ganado la capacidad para manipular información siguiendo las normas de la lógica y tampoco pueden aún hacer correctamente operaciones mentales complejas típicas de la vida adulta (de ahí el nombre de este período de desarrollo cognitivo). Por eso, el pensamiento mágico, basado en asociaciones simples y arbitrarias está muy presente en la manera de entender el mundo a esta edad.
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