Como sabemos, la principal actividad de los niños es jugar. Hemos comentado los beneficios en distintas que tiene el juego, y cómo va variando de una edad a otra en posts anteriores. Ahora bien, ¿sabemos los adultos cómo jugar? o ¿cómo fomentar en los niños el juego de manera adecuada? A algunos padres o madres (cuidadores en general) les nace de forma intuitiva y natural, mientras que otros necesitan un poco más de guía. Cualquiera sea el caso, en este post te contamos cómo estimular el juego.
Durante los primeros meses de un bebé, los adultos o cuidadores principales son los que tienen el rol de estimular el juego. En este período es fundamental este espacio en que se establece una interacción mutua que le agrada tanto al niño como al adulto, ya que esta interacción fortalece el vínculo afectivo entre ambos. El bebé disfruta de la atención del adulto, lo mira y está atento. El adulto lo entretiene con sonidos y juegos, y se siente satisfecho al ver cómo el bebé sonríe, está feliz y conectado con él.
Recordemos que el juego es placentero en sí mismo. Debemos dejar jugar libremente al niño y posibilitar actividades lúdicas. Nuestra tarea como adultos es darle oportunidades de juego, recordando que lo que buscamos es "jugar por jugar", sin que tenga que haber necesariamente una intención educativa detrás.
Papel del Adulto
Como adultos -ya sea padres, educadores o terapeutas- nuestro rol es de mediador en el juego. Lo que debemos hacer es facilitar espacios y situaciones en los que el niño se sienta seguro y confiado para jugar de manera libre. De esta manera estamos promoviendo el juego creativo y al mismo tiempo le estamos permitiendo al niño explorar y disfrutar. Ahora, ¿qué hacen de manera concreta los educadores y terapeutas en el juego?
Configurar el espacio: Se disponen objetos, juguetes y materiales para facilitar el juego. La clave es sugerir, sin sustituir las elecciones de los niños.
Favorecer la comunicación: En los bebés, el adulto es quien fomenta el lenguaje y la expresión de emociones, de esa manera guía el juego e invita al niño a participar.
Crear ambiente: El adulto tiene el rol de crear un ambiente relajado y lúdico, entendiendo que esto es clave para el juego. Además, el niño debe sentir libertad -tanto física como emocional- para proponer y explorar en el juego. Por otro lado, debemos siempre asegurar la seguridad del niño, sin sobreproteger.
Ajusta el juego al niño: Por diferencias en el tipo de juego que disfrutan los niños a cada edad, y también en relación a niños con capacidades diferentes, se ajusta el tipo de juego propuesto a lo que el niño efectivamente va disfrutar y lograr hacer. Si no hacemos esto, lo más probable es que no captemos la atención del niño, que se aburra, y potencialmente se frustre si lo que proponemos es un juego por encima o por debajo de sus capacidades.
Acompañar y disfrutar: Si un niño ve que estamos aburridos jugando con él, poniendo atención a otras cosas sin estar realmente presente en el momento, lo va a captar. Una parte fundamental es acompañar al niño incluyéndonos plenamente en el juego, disfrutándo tanto cómo el/ella.
Papel de las Familias
Para muchos de nosotros, algunos de los recuerdos más felices de nuestra infancia son de un momento de juego con algún adulto cercano, generalmente miembro de la familia. Para los niños, estos momentos de relajo y disfrute son una parte preciada de su día a día y contribuyen enormemente a configurar su personalidad, valores y relaciones sociales. Sin embargo, en el mundo actual, muchas veces es difícil que los padres encuentren tiempo y ganas para darse un espacio con sus niños en que simplemente se dediquen a jugar juntos. En este sentido, entendiendo las exigencias laborales y domésticas variadas, proponemos calidad antes de cantidad, si el tiempo es escaso.
Muchas veces los padres no saben realmente cómo jugar, qué hacer para que el niño se entretenga y lo pase bien con ellos. ¿Lo dejo que juegue solo?, ¿Me acerco y juego con él?, ¿A qué podemos jugar?. Todas estas preguntas son válidas y normales. En este sentido lo principal que queremos transmitir es que no hay mejor manera de pasar el tiempo con los niños que simplemente jugando. En otras palabras: juega como te salga. Sin tanta preocupación y dejando que fluya libremente. Muchas veces los propios niños toman la iniciativa y proponen el juego, nos dicen qué tenemos que hacer y qué va a suceder a continuación, el juego fluye espontáneamente. Otras veces, (con bebés y niños más pequeños), sólo debemos observar al niño y seguirlo, explorando junto a él qué le gusta y qué no, qué le llama la atención y qué no. De esta manera, tanto los padres como los niños van descubriendo juntos en el juego. Los padres aprenden a reconocer los gustos y comportamientos del niño, y éste a su vez va aprendiendo del entorno y de sus cuidadores.
Finalmente, lo realmente importante es que un niño que juega con sus padres con frecuencia, es un niño que se siente amado, acompañado y cuidado, y que va creando una base de confianza y seguridad en sí mismo que le durará toda la vida.
A continuación te contamos algunos puntos clave para jugar con un niño.
Tiempo libre: Lo ideal es que nos demos un tiempo en que exclusivamente vamos a jugar, dejando de lado llamadas, mensajes, mails, etc. El objetivo es estar presente en el momento, sin apuros.
No es necesaria la estimulación constante: Aunque es importante, podemos caer en la sobreestimulación, lo cual puede tener efectos negativos. Es muy importante que el niño cuente con momentos de hacer nada, en que "limpiemos" el entorno de estímulos y el niño tenga espacio de inactividad y soledad.
El juego NO es una tarea: Recordemos y pongamos especial atención en que el juego no se transforme en una obligación ni algo esquematizado con horarios.
En niño/a guía: Dejemos que elija con libertad el juego y acciones. Si vemos que está un poco perdido o no sabe qué hacer, ahí entramos a sugerir.
Referencias:
1. El Juego en el desarrollo infantil. Capítulo 2.
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