La idea de este artículo es lograr una mayor comprensión sobre las pataletas, quitándole la índole negativa que suelen tener, para lograr aceptarlas como parte de un proceso formativo de la infancia. Para esto se diferenciarán las pataletas de lo conocido como negativismo, junto con su adecuado manejo y ciertos tips que pueden ayudar a los padres y cuidadores en el día a día durante esta difícil etapa de nuestros niños.
El negativismo es una expresión natural propia del proceso de la adquisición de la autonomía, que ocurre entre los 3 y 4 años. La manera más fácil de reconocerlo, es el clásico ¡No! de los niños cuando el adulto da alguna orden. Esta oposición, tiene como fin resistirse a la autoridad, no para desafiarlos y faltarles el respeto, sino que como se dijo anteriormente, es para ir probando mayor autonomía. Es decir, el infante busca imponer sus propias reglas, ideas y pensamientos, junto con regular sus emociones, reflejando así sus deseos de independencia.
Por otra parte, las pataletas o berrinches, también son una expresión natural, pero que manifiestan un malestar del niño, donde suele observarse gritos, golpes y llanto, variando su presentación en cada individuo. Entre los 18 y 48 meses, los niños aún no tienen el lenguaje y madurez adecuada para poder expresar con palabras lo que sienten, por lo que cuando están molestos o frustrados, se expresan mediante pataletas. A diferencia de los adultos, los niños no tienen las herramientas para identificar y comunicar lo que sienten, necesitan y piensan, por lo que las rabietas representan una manera de comunicación. De ahí surge la importancia de comprender y contener, pues si bien esta etapa suele ser muy desgastante para los adultos, para los niños es muy importante en su desarrollo, pues favorece la identificación y expresión de sus emociones.
Derribando mitos
"Hace pataleta para manipular"
Se suele escuchar que las pataletas son una manera en que los niños manipulan a sus padres o cuidadores. Sin embargo, esto no es real, pues debemos recordar que éstas son una manifestación de frustración o rabia debido a la incapacidad de comunicar con palabras lo que sienten. Es por esto, que las pataletas, si bien muchas veces son pruebas de límites, no tienen un fin manipulatorio sino expresivo. Cabe destacar, que si los padres suelen ceder a las demandas del niño frente a las pataletas, es posible que el niño adopte este método recurrentemente para conseguir lo que desea. Se hablará sobre esto más adelante en el manejo de las pataletas.
"Lo único que quiere es molestar"
Otro mito que se suele oír, es que los niños hacen berrinches con el fin de dañar o molestar a los adultos, pero como se ha dicho reiteradas veces, éstas tienen un fin expresivo y son parte del desarrollo y adaptación normal. Éstas no son gatilladas contra los padres, sino que ocurren debido a la frustración que sienten cuando algo no es como esperaban, cuando no son escuchados o comprendidos, cuando se limita su autonomía u otra clase de malestar.
"Sólo con la mamá se porta mal"
Otro error con respecto a las pataletas, es creer que porque los niños las hacen con mayor frecuencia frente a los padres, es porque los manipulan. Si bien es cierto que los niños suelen hacer más berrinches frente a sus padres, no es debido a que quieran hacerles la vida imposible o a que prefieran a extraños, sino a que ellos representan una figura de confianza, permitiéndoles expresar lo que sienten.
"Este niño está malcriado, por eso tiene tantas pataletas"
Por último, muchas veces se piensa que las pataletas ocurren por la crianza de los padres y por lo tanto es posible evitar su aparición total, generando gran culpa en los cuidadores. Este mito tiene algún porcentaje de verdad, pues se ha observado que los padres que ejercen una crianza de tipo permisiva, o por el contrario, autoritaria, tienen hijos que hacen más pataletas que el resto. Mientras que los padres que acompañan a sus hijos en este proceso formativo, acompañando y guiando los momentos de rabia, frustración o miedo, suelen superar este período con mayor facilidad. Sin embargo, la crianza solo afecta la intensidad y frecuencia de las pataletas, pero no asegura que estas no existan, pues su aparición forma parte del desarrollo normal de los niños.
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