Los niños que tienen un Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen tres grandes áreas en las que presentan problemas: interacción social pobre, comportamientos repetitivos y restringidos, y problemas en la comunicación verbal y no verbal. Estos últimos representan una gran dificultad tanto para el niño/a, como para los padres, hermanos y educadores. ¿Cómo es la comunicación y el lenguaje en estos niños y niñas?, ¿Cuáles y cómo son los problemas a los que se pueden ver enfrentados? Esto y más te contamos en este post.
¿Cómo afecta un TEA la comunicación?
En muchos casos, los niños con un TEA parecen ser “callados” y reservados, dando la impresión de no querer interactuar con otros o no tener interés en lo que los rodea. En realidad, los niños con TEA tienen dificultades para comunicarse con otros de forma exitosa y se les hace sumamente difícil expresarse. Pueden tener dificultades en el desarrollo de las habilidades lingüísticas y en entender lo que otros dicen. Además, los niños con TEA comúnmente tienen problemas con el lenguaje no verbal, ya que les cuesta comprender – y por ende usar- gestos manuales, el contacto visual y las expresiones faciales.
¿Cómo es el lenguaje de los niños con un TEA?
Los problemas del lenguaje son característicos de los trastornos del espectro autista, y muchos niños que lo poseen probablemente tuvieron de bebés un retraso en la aparición del lenguaje y la adquisición de los hitos del mismo. De hecho, las primeras señales que indican que puede estar pasando algo y que se debe evaluar a ese niño para descartar un trastorno del espectro autista, son generalmente en el área del lenguaje. Problemas en la atención conjunta, dificultades en la comprensión del lenguaje y gestos vocales pobres son algunas de estas señales y aparecen tan temprano como en los dos primeros años de vida.
Los niños con un desarrollo típico comúnmente usan el lenguaje para iniciar interacciones con su entorno, con razones sociales detrás (imaginemos un niño de 2 años que le habla a su mamá para iniciar un juego con ella). Sin embargo, los niños con TEA usan las palabras para regular su ambiente (protestar, demandar). Esto lo que llamamos “ausencia de intención comunicativa”, y es característico en los niños con TEA. Significa que estos niños se comunican principalmente para cubrir una necesidad, pero en pocas ocasiones porque quieran conectarse con otros o interactuar socialmente. De esta forma vemos como el aspecto social y el lenguaje se conectan y afectan uno al otro.
Es importante recordar que todos los niños son diferentes, a pesar de que puedan compartir un diagnóstico -como tener un TEA-. Por eso las habilidades del lenguaje pueden variar ampliamente de un niño a otro: podemos encontrarnos con un niño altamente funcional con un lenguaje casi “normal”, con un rico vocabulario pero que tiene una alteración en la prosodia (tono o inflexión de la voz) y presenta ecolalia (consiste en repetir involuntariamente una palabra o frase que acaba de oír o pronunciar él mismo), a un niño que prácticamente no se comunica verbalmente.
Dentro de otras características, podemos mencionar que los niños con TEA tienen problemas en el lenguaje receptivo -los padres refieren que muchas veces se “desconectan” de una conversación-. La atención muchas veces está fuera de la conversación, pero prestan atención a otros sonidos, por lo que esto refuerza su aparente desinterés por la interacción social. Algunos niños tienen dificultades para entender los significados del lenguaje y las emociones detrás de los distintos tonos de voz. A continuación comentamos algunas de las principales características del lenguaje de los niños con TEA.
Lenguaje rígido o repetitivo: a veces dicen cosas que no tienen significado o que no se relacionan con la conversación en la que están inmersos. A veces repiten una y otra vez una palabra (ecolalia) que acaban de decir o escuchar, y pueden usar frases “molde” para iniciar una conversación.
Intereses particulares: Algunos niños con TEA tienen preferencia por temas específicos, y dentro de esos pueden tener un enorme vocabulario y mostrar mayor capacidad lingüística, usualmente a modo de monólogo
Desarrollo disparejo del lenguaje: Muchos niños desarrollan diferentes habilidades del lenguaje en tiempos diferentes al de un niño típico. Puede que sobre un tema en particular adquieran vocabulario rápidamente, mientras que en la lectura estén “retrasados”. A veces ignoran cuando otros les hablan pero responden a su nombre.
Comunicación no verbal pobre: Como ya dijimos, estos niños tienen dificultades con entender el lenguaje no verbal. En general evitan el contacto visual, por lo que pueden parecer groseros o apáticos. Les cuesta usar gestos manuales como apuntar con los dedos, y les cuesta también hacer contacto visual. Dado lo anterior, muchas veces estos niños se frustran ya que se les hace difícil expresar sus necesidades, intereses y pensamientos a otros.
¿Cómo ayudamos a mejorar la comunicación?
Una vez que un niño es diagnosticado con un Trastorno del Aspectro Autista, el médico probablemente derive al niño a otros profesionales de la salud, como psicopedagoga y fonoaudióloga. Estas profesionales están capacitadas para ayudar a los niños con TEA a desenvolverse mejor en varios aspectos. El lenguaje y la comunicación específicamente son intervenidos por un fonoaudiólogo/a, quien realiza una evaluación del niño y genera un programa individualizado y específico a sus necesidades.
Es sumamente importante intervenir y ayudar de manera profesional a un niño que tiene dificultades en expresarse e interactuar con sus familiares y otros niños de su edad. Recordemos que el lenguaje es un aspecto que interactúa con lo social, lo cognitivo, y lo emocional, de manera que si podemos mejorar esta área, esto se ve reflejado de muchas formas en el día a día del niño/a.
Por otro lado, es importante mencionar que un Trastorno del Espectro Autista no es una enfermedad, por lo que no se cura y el niño crecerá con esa condición, la tendrá toda su vida. Por esto es fundamental comenzar a ayudar al desarrolo del lenguaje de manera temprana -primeros dos años ojalá-, de manera de darle las mayores oportunidades al niño para alcanzar su máximo potencial.
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